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quinta-feira, 6 de fevereiro de 2014

Descobertas capelas dos católicos japoneses perseguidos durante séculos

Em português y español

Gruta perto de Nagasaki, sobre o mar.
Os católicos reunidos foram pegos e martirizados

clique nas imagens para ampliar
Na região japonesa de Taketa, muito considerada pela sua beleza natural, foram descobertas oito capelas católicas escavadas na pedra durante a perseguição desencadeada pelo Shogun, governador militar do império, informou a Agência Zenit.

Situada no centro da Prefeitura de Oita Kyushu, Taketa também é conhecida como a Pequena Kyoto e está rodeada por montanhas e pelo rio Ono.

Lá estão as águas termais mais conhecidas do Império do Sol Nascente.

Mas a região é também onde a graça do Batismo foi vertida com maior abundância. Quando os missionários chegaram à localidade, ela se converteu e foi um dos centros com maior presença católica do Japão.

Um nobre samurai, batizado por São Francisco Xavier em Oita, foi para Taketa. Ali, muitos grandes proprietários de terra foram conquistados pelo exemplo do nobre guerreiro e foram professando a Fé Católica.

O primeiro grupo contava 200 fiéis, mas não demorou para que em Taketa, que tinha uma população de 40.000 habitantes, mais de 30.000 adotassem o Catolicismo.


Capela escavada na pedra em Taketa
A grande cidade vizinha, Nagasaki, também passou a ser maioritariamente católica.

Tudo mudou com a perseguição religiosa pagã, instigada secretamente pelos protestantes holandeses que também tinham chegado ao País.

Temendo a morte, inúmeros apostataram, mas muitos outros – calcula-se que a metade – passaram a praticar o Catolicismo na clandestinidade, inclusive desprovidos de Sacerdotes que pudessem lhes administrar os Sacramentos ou celebrar a Missa.

Os católicos perseguidos construíram esconderijos nas florestas que rodeiam a cidade a fim de praticar suas devoções, ensinar o Catecismo e professar sua Fé.

Não podendo ter igrejas, eles escavaram as pedras dos morros, abrindo pequenos locais de culto para se reunirem e rezar.

Localizadas por Goto Atsusi, cujos antepassados foram “católicos ocultos”, oito dessas comovedoras capelas esculpidas na rocha podem agora ser visitadas.

Acredita-se que exista pelo menos uma centena delas nas rochas vulcânicas de Taketa. Estas rochas são muito resistentes e após quatro séculos podem ser visitadas.

Nessas capelas “catacumbais”, católicos japoneses cheios de Fé perseveraram durante séculos, aguardando a vinda de missionários genuinamente católicos.


Atual castelo de Shimabara que alberga o Museu
A descoberta

Há três anos, o secretário para a Herança Cultural de Taketa leu num texto novelesco uma referência a essas capelas.

Porém, ele intuiu que havia verdade no relato e saiu a procura das capelas dos “católicos escondidos” e achou oito delas.

O sacerdote jesuíta Cristian Martini Grimaldi foi até Taketa.

Ele, havia décadas, era missionário no Japao e foi recebido pelo prefeito Katsuji Syuto.

O prefeito o levou até uma casa onde se praticava o Catolicismo “catacumbal”.

Samurai com terço no pescoço
O missionário descreveu sua viagem no “L’Osservatore Romano” (9/1/2014).

A descoberta trouxe à tona os trabalhos arqueológicos que pesquisam a Resistência Católica de Shimabara.

Entre 1637 e 1638, os católicos perseguidos se concentraram na fortaleza de Hara, sendo sitiados por poderosos exércitos pagãos.

Livros descrevem que, em momentos de desespero, os camponeses se apoiavam na Fé, levantando cruzes e bandeiras brancas.

Para adquirir coragem, rezavam e gritavam os nomes de Jesus Cristo e da Virgem Maria.

Em uma escavação arqueológica na fortaleza, iniciada em 1992, com o patrocínio da prefeitura de Nagasaki, foram encontrados imagens de bronze de Jesus, Maria e São Francisco Xavier, além de cruzes e rosários.

Muitos desses objetos de piedade, assim como armas, estão expostos num museu especial dentro do atual castelo de Shimabara.

Podem-se ver espadas de samurai (cavaleiros e guerreiros nobres) com a Cruz gravada nelas, vasos com cruzes, peculiares imagens que num primeiro relance parecem ídolos pagãos, porém bem observadas são imagens católicas, assim feitas para distrair os perseguidores.
Cruz de bronze desenterrada em Shimabara
Espada de samurai com a Cruz gravada



continua no próximo post


Luis Dufaur


Visto em: http://cienciaconfirmaigreja.blogspot.com.br/2014/02/descobertas-capelas-dos-catolicos.html.

Vide também: Samurai cristão, Sorin Otomo.


CONTINUA...

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EM ESPANHOL: 

Japón: descubren ocho capillas cristianas entre las catacumbas


En uno de los bosques donde se escondí­an los cristianos japoneses durante la persecución religiosa iniciada hace cuatro siglos

Taketa, también conocida como la pequeña Kyoto, está situada en el centro de la prefectura de Oita Kyushu, rodeada por una cadena de montañas y el río Ono. Un área de gran belleza natural que incluye las aguas termales más conocidas de todo Japón. En los días de los primeros misioneros, esta localidad se convirtió en uno de los centros con mayor presencia de cristianos de todo Japón.

Pero todo cambió con el inicio de la persecución religiosa en el país. Muchas personas se vieron obligadas a abrazar el budismo y otras, se piensa que la mitad, se ocultaron. Los bosques que rodean la ciudad pronto se convirtieron en escondites donde los fieles podían practicar su fe en la clandestinidad. Los cristianos fueron tallando en las montañas pequeñas cuevas donde poder reunirse y orar.

Hoy, estas capillas artificiales excavadas en la roca se pueden visitar. El hombre que descubrió hace tres años estas verdaderas catacumbas a cielo abierto -según informa la edición de hoy deL'Osservatore Romano- se llama Goto Atsusi. Sus antepasados fueron cristianos ocultos.

Hasta la fecha, se han descubierto ocho, y se cree que hay al menos un centenar. Es gracias a la conformación de las rocas volcánicas de Taketa, muy resistente, por lo que después de cuatro siglos se pueden apreciar estas cuevas artificiales en medio del bosque, utilizadas por los cristianos para vivir su fe cuando todo a su alrededor amenazaba la supervivencia.

De los veinticinco mil habitantes que tiene hoy Taketa sólo trescientos son cristianos, y los católicos se puede contar con una mano. Esos pocos fieles se ven obligados a ir en tren o autobús a Oita, un recorrido de más de una hora entre las montañas, para participar en la celebración de la eucaristía en la única iglesia católica que queda en la zona.

San Francisco Javier llegó a Japón en 1549, iniciando la predicación de Cristo en el país del sol naciente. Luego de 60 años, el Shogun, el jefe militar de Japón, desencadenó una persecución contra la joven Iglesia, persecución que puede rivalizar en furia con la del emperador Diocleciano, en los comienzos del siglo IV. Mujeres y niños fueron detenidos en el torbellino. Sus historias recuerdan las de Perpetua y Felicidad, o la de santa Inés.

Las historias de los mártires japoneses remiten a un período de 400 años atrás. Pero al leer sus historias parece que nos remitiéramos todavía más atrás, a las Actas de los Mártires de la Iglesia primitiva.

Luego del inicial florecimiento del cristianismo hubo persecuciones terribles. Muchos fueron asesinados con inaudita crueldad que no se detuvo ante mujeres y niños. Más que por los asesinatos, la comunidad católica fue esquilmada por los que abjuraron por temor. Sin embargo, no fue aniquilada. Una parte se refugió en la clandestinidad y mantuvo viva la fe, transmitiéndola de los padres a los hijos durante dos siglos, pese a no contar con obispos y sacerdotes ni sacramentos. Se cuenta que el viernes santo de 1865 diez mil de estos "kakure kirisitan", cristianos ocultos, salieron de los poblados y se presentaron en Nagasaki a los sorprendidos misioneros que poco antes habían logrado ingresar nuevamente a Japón.

Al igual que tres siglos antes, en los primeros años del siglo XX Nagasaki volvió a ser la ciudad con más fuerte presencia católica en Japón. En vísperas de la segunda guerra mundial, dos de cada tres católicos japoneses vivían en Nagasaki. Pero en 1945 sufrieron un nuevo y terrible exterminio. Esta vez no por una persecución, sino por la bomba atómica que fue lanzada justamente sobre su ciudad.

Hoy, los católicos japoneses son poco más de medio millón de feligreses. Una pequeña porción, si se la compara con una población de 126 millones de habitantes. Pero respetados e influyentes, gracias también a una densa red de escuelas y universidades. Y si a los japoneses de nacimiento se suman los inmigrantes de otros países de Asia, el número de los católicos se duplica y supera el millón.

Zenit: http://www.zenit.org/es/articles/japon-descubren-ocho-capillas-cristianas-entre-las-catacumbas.

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